KITCHIN, C.H.B. (CLIFFORD HENRY BENN)
Lydia Clame tiene treinta años y ya no se siente joven. Pero, quizás por primera vez, está enamorada. Eso sí, de un hombre más joven que ella y que tal vez no la corresponda, demasiado ocupado en vivir los beneficios de su clase y de su sexo, incluso de su aparentemente descuidado atractivo. Lo mismo en un partido de tenis que en un casino francés. Aunque la señorita Clame vive en los años de satisfacción de la Belle Époque, en pleno desarrollo de las vanguardias artísticas y literarias, tras la Primera guerra mundial, todavía no habita un entorno totalmente moderno. A pesar de que ella misma es culta y carece, aparentemente, de complejos, ese entorno, el hábitat de toda una «fauna» de personajes memorables, todos de buenas familias y sin ocupaciones muy claras; es entorno, decíamos, se impone sobre ella, parece presionarla, como si quisiera doblegar sus deseos y su espíritu libre y, hasta cierto punto, autosuficiente.