MOTÉ, ALEXANDRE DE
Las ninfas no están muertas en los brazos de los dioses desaparecidos de la Grecia antigua. Han conseguido sobrevivir al olvido.. Se han quitado la túnica que les cubría de manera parcial sus curvas más que generosas y han abandonado en un parking de autopista el corazón de los pintores que les han dado la inmortalidad. Han entrado en el 2010 a base de puñetazos. Son los maniquíes de lencería fina con pechos llenos de colores, son esas actrices made in Hollywood que encarnan nuestras descargas compulsivas, esas cantantes de pop vox populi que se menean como strippers rodeadas de lonchas de jamón, o bien como esas playmates plastificadas que inundan páginas web y otros fórums proclives a la testosterona. Pero detrás de esas imágenes salidas de los mass media o del último catálogo de Taschen, se pasean por nuestras ciudades las últimas representantes de la ninfa original: la ninfa moderna. Más sensible, se esconde de la luz de los proyectores, buscando su personalidad, su yo escondido.