ANÓNIMO
Por su
extensión, por sus detenidas (y entretenidas) descripciones y por las variadas,
casi infinitas, situaciones que describe, Mi
vida secreta es sin duda la novela erótica más importante de la época
victoriana. Desde su precoz iniciación en el sexo hasta el fin de su «carrera
amatoria», Walter, nombre tras el que el autor oculta su identidad, rememora su
trayectoria de la lujuria a través de cientos de encuentros con nodrizas,
prostitutas, primas, actrices, hombres y esposas de otros hombres. Explotando
al máximo las posibilidades que se le ofrecen, siguiendo la divisa de «mi
cuerpo es mío», Walter se lanza a poner en práctica sus obsesiones, sus
fantasías y sus fetichismos. Y mientras describe toda una época de represión,
en la que deben guardarse estrictamente las apariencias, Mi vida secreta ofrece una mirada excepcional a la cara oculta de
la vida victoriana, para iluminar la compleja dinámica sexual de una sociedad
dividida estrictamente en ricos y pobres, hombres y mujeres, sexualidad y
castidad.
Desde su publicación, en Londres en
1894, muchos estudiosos coinciden en afirmar que en la obra confluyen, como
pocas veces se ha dado, tres importantes tradiciones: la pasión casi
entomológica por describir hasta las más raras prácticas sexuales, la búsqueda
de la verdad del placer mediante la escritura (de inspiración libertina) y la
necesidad de confesarlo todo (de origen, sorprendentemente, cristiana).
Publicada en Tusquets Editores por
primera vez en 1978, en dos volúmenes, su rareza y excepcionalidad nos han
decidido a editarla en uno solo y ofrecerla, en toda su frescura, a los
lectores.
Por los datos que da en su novela, Walter, el autor
de Mi vida secreta, nació
entre 1820 y 1825 en el seno de una familia adinerada que fue perdiendo en
pocos años su posición social. Su padre murió arruinado cuando el autor tenía
dieciséis años, pero la intervención de un pariente lo salvó de la pobreza al
dejarle su herencia, que Walter no tardó en dilapidar. Hacia los veinticinco
años tomó sus primeras notas en forma de diario, y a los cuarenta, cuando por
dos veces la enfermedad le obligó a descansar, las revisó y, veinte años
después, se decidió a publicar su obra: once volúmenes de los que pronto se
editó una versión abreviada, que es la que se ofrece a los lectores.