CERVANTES SAAVEDRA, MIGUEL DE
En la Eneida (6, 268) hay una doble hipálage que Borges se encargó de celebrar: "Ibant obscuri sola sub nocte per umbram". En cierto soneto referido a "un soldado de Urbina", en aquella zona de sombra en que don Quijote y Sancho tal vez no soñaban aún con atravesar "el fondo de algun sueño", Borges recordó la hipálage virgiliana para evocar a Cervantes en otro endecasílabo: "erraba oscuro por su dura España". Durante su vagabundeo por la dura España de finales del XVI, Cervantes conoció ventas y caminos, pícaros de toda laya y clérigos hostiles, farsantes de barbas postizas y creadores de "tramoyas, nubes, truenos y relámpagos, desafíos y batallas". Quizá también algún caballero insomne. No es improbable que de ahí surgiera la confesión de don Quijote, que es la suya: "Desde muchacho fui aficionado a la carátula, y en mi mocedad se me iban los ojos tras la farándula". Es seguro que aquel mundo contenía en germen el inagotable universo de sus novelas. A la sombra alargada de aquel primer "Quijote", intentó volver a su antigua ociosidad, es decir, al teatro. "Y, pensando que aún duraban los siglos donde corrían mis alabanzas añade, no sin cierta melancolía, volví a componer algunas comedias, pero no hallé pajaros en los nidos...